Eduardo Sívori, un artista prolífico

Repasamos vida y obra del célebre pintor argentino, a 177 años de su nacimiento. Eduardo Sívori nació en la Ciudad de Buenos Aires, un día como hoy pero de 1847. Criado en el seno de una familia acomodada, hijo de comerciantes genoveses de gran fortuna, tuvo la posibilidad de pintar por vocación consagrando la totalidad de su tiempo al arte. Su figura, junto a la de otros jóvenes creadores de la época, dio un impulso a la actividad artística que fue fundamental para el desarrollo de la disciplina en el país.


Eduardo Sívori. Mujeres bañándose (1916). Foto del Museo Nacional de Bellas Artes

El artista entró en contacto con la pintura durante su infancia y nada menos que en los museos de Europa, dónde lo habían llevado los negocios familiares. Estando allí, con tan solo 12 años, se presentó como candidato a una beca de estudios de pintura pero fue rechazado por su corta edad y volvió a Buenos Aires.

 

En 1873, con 27 años y financiado por su familia, Sívori volvió a Europa dónde visitó museos, talleres y academias. Allí se involucró en forma directa con las corrientes artísticas europeas. Estando en París participó de un concurso de dibujo que llevaba adelante una revista sobre artes, obtuvo una Mención de Honor y a partir de allí su carrera sólo fue en ascenso.

Nuevamente en Buenos Aires continuó sus estudios con José Aguyari, Francesco Romero y Ernesto Charton de Treville. Por aquel entonces -reuniendo en su casa a Alfredo París, Carlos Gutiérrez, Eduardo Schiaffino, a su hermano Alejandro Sívori y al pintor veneciano Aguyari- fundó la Sociedad Estímulo de Bellas Artes (1875), institución que sería un pilar fundamental para el desarrollo de las bellas artes argentinas y el antecedente directo de la Academia Nacional de Bellas Artes.

En 1882 volvió a Europa e ingresó al taller de Jean Paul Laurens, dónde se formó en el academicismo y el naturalismo. En 1887 fue admitido por primera vez en el Salón de París con su obra Le Lever de la bonne (El despertar de la criada) y esto le abrió las puertas al mundo. La obra, que representa a una criada comenzando a vestirse en la exigua luz de la madrugada, fue enviada a Buenos Aires ese mismo año para ser exhibida en el local de la Sociedad Estímulo y, aunque la prensa porteña la promociona como un “escándalo” ya desde dos meses antes de su arribo, generó numerosas adhesiones en el ámbito local. Más de doscientas firmas de apoyo quedaron plasmadas en un álbum inaugurado por la Sociedad Estímulo de Bellas Artes, para dejar testimonio de este suceso.

El despertar de la criada (1887). Museo Nacional de Bellas Artes.

“El despertar de la criada” (“Le lever de la bonne”) es la obra más famosa de Eduardo Sívori y una de las más emblemáticas del arte argentino. La obra, que Sívori pintó en París y presentó en el Salón de esa ciudad en 1887, causó el mismo escándalo en Francia que en Buenos Aires, cuando se exhibió en la Sociedad Estímulo. La imagen de una mujer pobre y desnuda, expuesta en toda su “miseria” y “vulgaridad” (así la calificaron los críticos de la época) causó más estupor estético que moral, pero también demostró las grandes virtudes técnicas de Sívori. El cuadro fue calificado por la crítica de la época como “excesivo”, “indecente” y “pornográfico” y, según la historiadora Laura Malosetti Costa, fue el primer gesto vanguardista en la historia del arte argentino.

 

Hacia fines de siglo la obra de Sívori se tornó luminosa y radiante, alejándose cada vez más del carácter naturalista de sus primeras obras.

Eduardo Sívori. Tropa de carretas en la pampa (1880). Impreso de un aguafuerte.

Eduardo Sívori fue reconocido en el mundo entero, no solo por la calidad de sus obras, sino también por haber sido pionero en la introducción de la técnica del grabado ―particularmente al aguafuerte― en el universo de las bellas artes locales.

 

Según los especialistas, en la búsqueda de esa imagen austera y apenas colorida del paisaje pampeano, Sívori encaminó los mayores esfuerzos de su trabajo. En una entrevista que le hicieron en 1896, el artista declaró Quiero pintar una pampa inmensa, inconmensurable, que asuste. Sin dudas, logró su cometido.

Además de ser un artista prolífico que pintó sin intervalos hasta su muerte, Sívori también se dedicó a la enseñanza. A lo largo de su vida ocupó el cargo de director interino del Museo Nacional de Bellas Artes y enseñó tanto en la Academia Nacional de Bellas Artes como en su propio taller. Fue un maestro admirado y amado por sucesivas generaciones de estudiantes. No tuvo hijos, pero sí numerosos ahijados y discípulos que le profesaron verdadera devoción. Entre estos últimos se destaca Mario Canale, quien heredó y reunió todo su archivo y su obra.

 

Afiche del Estudio de dibujo y pintura para señoritas dirigido por Eduardo Sívori

Eduardo Sívori falleció en Buenos Aires, a los 70 años, el 5 de junio de 1918, dejando numerosos desnudos, retratos y paisajes pampeanos. Su obra descansa en el Museo Nacional de Bellas Artes y en el Museo de Artes Plásticas Eduardo Sívori.

 

Fuentes: Arte de la Argentina; Revista Noticias; Museo Nacional de Bellas Artes; El Litoral; La Nación.